lunes, 17 de septiembre de 2012

La riqueza natural, la difusión y sus vasos “biocomunicantes”

La riqueza natural, la difusión y sus vasos “biocomunicantes”

Isela Pacheco

Desde la mirada de la comunicación, las rutas para lograr la protección y el uso racional de los recursos naturales en un estado como Veracruz, puede abordarse desde varios aspectos, entre ellos: el conocimiento de la biodiversidad y el carácter único de la vida endémica de nuestro territorio, como un primer paso en la lógica del reconocimiento, el aprecio y la final protección de las especies.

Sin embargo existen rutas, no solo alternas sino complementarias a esta primeramente citada, opciones que no aluden al aprecio y el respeto del medio como premisa inicial, sino a una conveniencia humana de no extinguir las especies, fundamentalmente por sus propiedades curativas o terapéuticas, ya que son virtuales reservorios de curas no descubiertas para enfermedades cruentas en el presente o insospechadas en lo futuro.

Además de estas dos estrategias, una basada en la reflexión y la conciencia y otra mayormente orientada hacia la conveniencia humana, siempre queda el frágil pero no menos importante recurso de la contemplación de la belleza del escenario natural, así como su referente etológico para entender y aprender de las especies a nivel sociológico, político, evolutivo y hasta tecnológico.

De esta manera, pareciera que el comunicador ambiental necesita agotar todas las herramientas y que en una suerte pedagógica, que contempla diversas inteligencias, se esfuerza por llegar con su mensaje a través de distintos canales para mover, conmover, hacer conciencia y generar actos útiles y sustentables de defensa del medio.

Definitivamente la ciencia didáctica y el estudio de las diferentes inteligencias (Vigotski: “Luces en el entendimiento de los entendimientos humanos”) demuestran que más allá de los nobles esfuerzos narrativos, los planteamientos lógicos y el uso de los diferentes recursos audiovisuales, el 70 por ciento de las personas aprende de manera kinestésica: a través de experiencias que involucran lo sensorial, lo vivencial y lo emotivo, dato que de entrada podría resultar desalentador para los que buscamos, con números, imágenes y palabras, llamar a la conciencia de un cambio y de un respeto al medio ambiente…

Sin embargo, el conocimiento de los hechos a partir de la experiencia necesita una cultura, un margen argumentativo y un conjunto de cifras para no ser solamente un ejercicio de ensayo y error, y el pensamiento se vuelve, a partir de este contexto, creativo, científico y crítico. Es aquí donde nuestra labor como comunicadores se torna muy relevante, pues en nuestras manos está la estratégica selección de la información, el esfuerzo por ir más allá de la difusión, la divulgación interesante, entretenida, emocionante y sobre todo inteligente para que resalte dentro de una oferta mediática y editorial que termina muchas veces siendo apabullante para los artículos ambientales.

En este sentido es fundamental el conocimiento de las cifras, de los datos de los endemismos y de los índices de destrucción o recuperación de los diferentes hábitats. Sería muy importante elaborar un test general que establezca índices sobre el conocimiento que los ciudadanos poseen de la realidad ambiental del mundo, de México y de Veracruz y la forma en que logran integrar esta información por regiones, ya que la aparición disgregada de la misma produce panoramas fragmentados e inconexos.

Con un estado que ocupa a nivel nacional el primer lugar en anfibios y reptiles, el segundo lugar en mamíferos y que posee más de 8 mil especies de plantas vasculares, habría que llegar a una proporcional responsabilidad ciudadana y más allá, humana, hacia esta cantidad y calidad de recursos.

En otro tema, pero íntimamente ligado a lo anterior, sería muy interesante medir el índice de conocimiento general y especializado que la población de nuestro estado tiene de los conceptos de la sustentabilidad y su aplicación no solo como una política ambiental.

Es inobjetable que aquello que no se evalúa no se puede corregir, ni mejorar y mientras los diagnósticos, las retrospectivas y las prospectivas ambientales sigan perteneciendo a la élite científica y al círculo especializado cualquier cambio se dará más en la intelectualidad, en la promesa electoral, en la nostalgia y la bohemia rebeldía, que en el andamiaje de las políticas públicas, mismas que si no cuentan con una base ciudadana que no solo las siga, sino que las entienda, no podrán caminar.

Tal vez tengamos que reconsiderar o hacer una pequeña pausa en nuestros aires discursivos y de propuesta para dar paso a una gran jornada de alfabetización ambiental, misma que nunca termina, pero que nos permita aprender, comenzando por nosotros mismos, a conocer las primeras letras, los números, las oraciones y las fórmulas más simples de la química de la sustentabilidad.

Puede ser que entonces cerremos el círculo entre el rigor de la ciencia y la sapiencia de la sensibilidad rural. El trabajo de comunicar, seguramente no solo se basará en sembrar esperanzas o sanas inquietudes; el ejercicio de divulgar  deberá tener, al igual que el concepto de biodiversidad, las siguientes propiedades:

a) Vitalidad: para elegir diferentes medios y formatos, así como estrategias interesantes de reproducirse por su frescura, precisión y originalidad.

b) Resistencia a enfermedades: habrá que protegerse de las fórmulas hechas que nos aíslen de un proceso creativo diverso y constante, proceso de intercambio y apertura que nos librará como comunicadores de los lugares comunes, la unilateralidad, los radicalismos y las necedades.

c) Habilidad para adaptarse a condiciones cambiantes: la permanente habilidad para retroalimentarnos y elegir estrategias evolutivas también en nuestro trabajo, formas simples que imiten a las naturales, ideas sencillas con tramas resistentes como telaraña, donde el lector quede cautivo y no pueda escapar de una red de argumentos matemáticamente tejidos.

Números que hay que manejar y que resultaría estéril aprenderse por su variabilidad, pero índices que habrá que tener presentes para respaldar cada comentario. Privilegio y responsabilidad intrínseca de pertenecer a uno de los 5 países junto con Brasil, Colombia, Zaire y Madagascar donde se concentra la mitad de la biodiversidad mundial.

En fin, creo que el trabajo de difusión y divulgación acerca de la biodiversidad mucho tiene que enseñarnos respecto al propio trabajo de comunicar, ya que como premisa fundamental, la diversidad de opiniones más allá de ser un acto de tolerancia y/o apertura es un hecho que conviene y salvaguarda la salud  intelectual, además de cobijar la existencia de respuestas incluso para problemas que aún no nos planteamos.









1 comentario:

  1. Difícil sustraerse al pensamiento de Isela que como la biodiversidad es natural, equilibrado y escénicamente bello y placentero. Un abrazo a mi muy querida Isela. Ernesto

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