martes, 18 de septiembre de 2012

LA BIODIVERSIDAD DE MÉXICO ES TAMBIÉN LA ROCA, LA NIEVE Y LA ARENA

LA BIODIVERSIDAD DE MÉXICO ES TAMBIÉN LA ROCA, LA NIEVE Y LA ARENA


Joaquín Becerra Zavaleta

El término biodiversidad se emplea en México desde hace décadas y con inusitada frecuencia en el ámbito científico, político, académico y hasta el religioso. La biodiversidad se consagró como término internacionalmente conocido a finales de los ochenta en un Congreso del mismo nombre dirigido por el biólogo Edward O. Wilson. Basta examinar los medios masivos de comunicación nacional, así como la publicación de numerosos artículos científicos, para darse cuenta que, desde finales de los años ochenta, los mexicanos de todas las edades estamos inmersos en un escenario de gran preocupación por la conservación de la biodiversidad de nuestro territorio. Podríamos decir que se ha convertido en un paradigma de lo que tenemos y estamos perdiendo: nuestro patrimonio natural.

¿Sabía usted que México es el cuarto país con la mayor biodiversidad del mundo? Desde hace décadas se ha considerado así. Varios especialistas concuerdan que nuestro territorio alberga más del 12 por ciento de todas las especies conocidas en el mundo. Particularmente en nuestro país, se han descrito más de 25,000 especies de plantas y en sus bosques de clima templado y tropical está representada el 61% de la riqueza florística del mundo, en especial los bosques de coníferas y de encinos representan el 24% de esta riqueza florística. Bajo este contexto se considera que contamos con la más alta diversidad de especies de pinos (Pinus sp.)  y encinos (Quercus sp.) del mundo, con la presencia de alrededor de 150 especies de encinos y cuando menos 60 de pinos. También poseemos la mayor cantidad de especies de cactáceas y ocupamos el primer lugar reptiles (717), el segundo en mamíferos (500), el cuarto en anfibios (295), el décimo primeo en aves (1,150). Algunas de estas tantas especies son endémicas del país, es decir, que no se registran en ninguna otra nación del mundo. Sin duda una riqueza biológica inigualable.

Pero a toda esta riqueza habría que agregar los diversos tipos de climas, suelos, sustratos, relieves o topoformas, que han hecho posible el desarrollo evolutivo de tantas plantas y animales. La biodiversidad, en su contexto más amplio (sensu lato), tiene que ver con todos los recursos existentes, sean éstos bióticos o abióticos. Al respecto es posible hallar, en nuestro país, toda una gama de coloraciones y clases de rocas, arenas, limos y arcillas, conformando la máquina generadora de vida, el suelo. Muchos de estos agregados de origen mineral llegan a constituir sorprendentes extensiones unicolores, como las blancas playas del Carmen, Campeche, sobre el Caribe Mexicano, en donde podemos apreciar desde la vegetación selvática hasta los impenetrables bosques subacuáticos de mangle, considerados “los riñones del mundo". O bien las arenas y topoformas del Desierto de Sonora, en donde crecen abundantes y majestuosos cactus saguaros, que ya se han hecho famosos en las caricaturas y películas de vaqueros. Su tamaño varía desde lo que mide un pulgar hasta los 15 metros de alto y pueden vivir hasta 200 años. Y ¿qué decir de las montañas prioritarias de México, en donde la presencia de glaciares –hielos perpetuos- atribuyen un toque fisonómico y estructural muy especial a la biodiversidad? Como caso sobresaliente está el Volcán Pico de Orizaba (Náhuatl: Citlaltépetl, Monte o cerro de la Estrella), la montaña más alta de México (5610 msnm) y considerado como una importante fabrica de agua para la nación. Durante los últimos años, científicos de la NASA han tomado muestras de semillas de Pinus hartwegii (Pino de altura) con la finalidad de iniciar ensayos de colonización o propiamente “terraficación” en nuestro vecino planeta Marte. Esto se debe a que la superficie, es decir suelo-roca-nieve, del Pico de Orizaba es muy similar a las condiciones edafoclimáticas del planeta rojo. Algo interesante ¿verdad?.

Todos estos componentes abióticos, tales como la roca, la nieve y la arena, han formado parte del desarrollo evolutivo de las diversas especies, tal y como las conocemos hoy en día. Sin embargo, como ocurre en otras partes del mundo, cada año desaparecen y pasan a formar parte del “libro negro”, cientos de ríos, suelos fértiles, cerros paisajísticos, hielos perpetuos, dunas costeras, especies vegetales y animales. Con ello también se desvanecen nuevas posibilidades para productos industriales, medicinales y alimenticios. Esta riqueza y biodiversidad se está perdiendo debido a la explotación excesiva y saqueo ilegal de recursos que demanda el acelerado crecimiento de asentamientos humanos y como parte del llamado “desarrollo socioeconómico del país”. Tampoco hay que olvidar que el actual e irreversible cambio climático se perfila como la “cereza del pastel” sobre este grave deterioro ecológico que está teniendo lugar por doquier. 

Esta incontrolada pérdida de nuestros recursos, así como el deterioro y fragmentación de los ecosistemas, auguran uno de los mayores peligros para el futuro de la humanidad, no solamente para nuestro país. El escenario indica que, cada vez más, habrá mayor escasez de agua, pérdida de suelos agrícolas, insuficiencia de combustibles petrolíferos y energías alternativas, así como agotamiento de materiales mineros. Se seguirán acrecentando los monocultivos y se generará mayor codependencia hacia muy pocas especies y variedades para producir nuestros alimentos y compuestos industriales necesarios. Sobre todo, crecerá la vulnerabilidad ante diversas plagas y enfermedades. También se intensificará una compleja e imperceptible contaminación genética, misma que ya está teniendo lugar en este momento.

Despilfarrar toda esta riqueza considerada “el capital natural del país”, nos hace más vulnerables ante el cambio climático y también pone en peligro nuestra existencia como especie. Pensemos en lo que significaría para nosotros y para nuestros descendientes la pérdida de la biodiversidad de plantas y animales en toda la gastronomía mexicana, en la salud de millones de niños, en la educación y hasta en la mismísima moda. Por otra parte ¿Cómo sería nuestra vida si ya no hubiera combustibles fósiles (petrolíferos), energías alternativas, materiales de construcción y para la fabricación? Todos deberíamos preguntarnos: ¿Qué va a pasar cuando se acabe el último árbol del bosque o de la selva, cuando se agote el reservorio de agua procedente de nuestros mantos acuíferos y cuando los animales que viven en libertad desaparezcan? ¿Con qué iremos a edificar nuestra casa cuando se hayan agotado los yacimientos de piedra, arena, cemento, cal y hasta de fierro? Analicemos también ¿Qué están haciendo las autoridades al respecto? ¿Cómo podemos los ciudadanos civiles participar para mitigar y recuperar esta avanzada pérdida de recursos que está teniendo lugar en nuestra entidad? Más importante aún… ¿Qué estoy haciendo yo, realmente, al respecto?

Como se dará cuenta, hay muchas cosas por las cuales preocuparse y principalmente ocuparse. Baste por ahora echar sólo un vistazo a nuestro entorno más cercano, a la comunidad o colonia donde actualmente vivimos, al pueblo o ciudad que nos vio nacer. Éste todavía alberga algunos, quizás ya muy pocos, ríos, manantiales, cerros, minas, así como especies de plantas y animales que ya no son tan fáciles observar. Trate de hacer un inventario de todos estos recursos y vea la posibilidad de rescatar, proteger y hasta reproducir algunas especies, ya sea en cautiverio o en vida libre. 

Para el caso sobre los afluentes de agua y yacimientos de minerales, aunque sean solamente de piedras, arena y grava, trate de proyectarlos en un mapa geográfico actual. Ubique los principales cerros y montañas, incluyendo los nombres por los que son o fueron conocidos. Una vez hecho esto, busque información bibliográfica y acuda al archivo histórico para tener mayores antecedentes. Con frecuencia, las personas oriundas de mayor edad tienen importantes datos al respecto, no los minimice. Posteriormente trate de elaborar algunas propuestas técnicas viables para protección y conservación de estos sitios y sus recursos.

Con respecto a los animales procure establecer bebederos y comederos funcionales cerca de sus nidos o madrigueras. Esto incluye, desde luego, proporcionar el mantenimiento constante a los mismos, así como disponer de los alimentos adecuados. Será entonces necesario investigar los aspectos fundamentales sobre el desarrollo y nutrición de las especies. Hágalo basándose en alguna literatura científica regional o nacional. Tampoco olvide la observancia de las Normas Oficiales Mexicanas y de las leyes en materia ambiental y de protección de la vida silvestre, que están vigentes. En muchos casos habrá que solicitar los permisos correspondientes a las autoridades competentes. Pero no se desanime, su esfuerzo vale la pena.

Por otra parte, el entorno donde usted vive no debe seguir convirtiéndose en una selva llena de concreto o de asfalto sin sentido ecológico, producto dizque del “desarrollo socioeconómico del país”. Con algo de creatividad e imaginación podrá plantar, en su patio o jardín, algunas especies vegetales nativas, endémicas o regionales, que atraigan a la fauna desaparecida, principalmente aves y ciertos mamíferos. El establecimiento de nuevas áreas verdes urbanas, así como de linderos o barreras rompe vientos, con las especies apropiadas, constituye otra alternativa para la reintegración de nuestra biodiversidad hacia contexto social. En cuanto le sea posible recolecte semillas de los mejores individuos, de los llamados “árboles madre”, y trate de donarlas a las instituciones o dependencias que cuentan con viveros y que participan en los programas de rescate y conservación de los recursos genéticos del país. 

Finalmente, desde un punto de vista más conservacionista, hay que evitar consumir determinados productos que están íntimamente ligados al saqueo ilegal y destructivo de los recursos naturales del país, tales como ciertos minerales, plantas de ornato, maderas exóticas y hasta pieles de animales. Como se ha dado cuenta, la biodiversidad de México, amén de todos sus recursos existentes, está en grave peligro, pero las posibilidades de rescate y protección son aún muchas. Podemos orientarle con algunas recomendaciones muy prácticas y sencillas. Puede escribirnos a joaquinbecerra16@gmail.com y con gusto le ayudaremos.



Maíz transgénico, solución a un problema en abasto de alimentos pero que genera daños en la salud humana

Maíz transgénico, solución a un problema en abasto de alimentos pero que genera daños en la salud humana.


Elmer Leroy Cabrera

El tema del maíz transgénico se ha convertido en todo un debate entre investigadores, científicos, organismos gubernamentales, ambientalistas, organizaciones sociales de agricultores y empresas elaboradoras de semillas (Organismos Genéticamente Modificados), debido principalmente a las alteraciones que podría ocasionar a la biodiversidad la introducción de estas variedades modificadas de Maíz.

Desde septiembre del 2001 cuando se publicó por primera vez el artículo sobre la presencia de maíz Transgénico en México en la revista Nature, el resultado del estudio científico realizado por Quist and Chapela provocó todo un escándalo en nuestro país que desató una serie de controversias en diversos sectores de la sociedad.

Ambos investigadores comprobaron la existencia de trazas de maíz transgénico en el estado de Oaxaca, mediante la técnica PCR denominada reacción en cadena de la polimerasa, la cual los llevó a detectar el ADN transgénico en cuatro de las seis muestras que seleccionaron. Los estudios continuaron en Estados como Puebla donde también los resultados fueron positivos en las dos muestras seleccionadas, le siguieron Michoacán (2002)  y Guerrero (2003).

Uno de los laboratorios mexicanos que realizó una evaluación de la presencia de transgenes en maíces criollos de Oaxaca y Puebla fue el departamento de ecología evolutiva en el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México a cargo de la doctora Elena Álvarez Buylla Roces, quien calificó la frecuencia de dos marcadores genéticos presentes en el maíz transgénico.

Álvarez Buylla Roces encontró el  promotor CaMV35S (Virus del mosaico de la coliflor) y el terminador NOS en las muestras analizadas, resultados que expresaron la presencia alteración en los rasgos genéticos de los maíces criollos colectados en ambos Estados.

La situación encontrada por los investigadores ha llevado a diversos sectores a realizar un análisis a conciencia sobre las repercusiones que resulten de la introducción de los transgénicos como cultivo de unos de los principales granos básicos de México.

Sin embargo existen empresas que se discuten las autorizaciones de los gobiernos  para llevar a cabo la introducción de maíz transgénico, manifestando una mayor producción, y un menor gasto en su cultivo. Lo cierto,  es que las plantas transgénicas actualmente son más resistentes a las plagas ya establecidas, sin embargo la duda surge cuando los investigadores se preguntan qué pasará si la contaminación de otras especies con transgénicos genera cambios en el  ecosistema. Por ejemplo, considerando la acción resistente a plagas, si plantas contaminadas por transgénicos son consumidas por insectos, ¿habrá efectos sobre sus poblaciones?

El fenómeno de la introducción del maíz transgénico en México da la sensación de que depende más a intereses económicos que de resolver el problema de la creciente demanda del grano, ya que desde la firma del tratado de libre comercio con América del Norte (1994) los mexicanos hemos estado obligados a adquirir millones de toneladas de maíz a los Estados Unidos, mismas que hasta ahora el gobierno no ha informado sobre su calidad.

En México se producen 22 millones de toneladas de maíz al año y el consumo es de 32 millones, es decir se importan al menos 10 millones. Del total cultivado en el país entre 12 y 15 millones se consumen como alimento humano (nixtamalizado), sin embargo no hay un control sobre el grano que se importa.

Para una nación que ocupa este grano como materia prima principal para la elaboración de las tortillas, alimento insustituible en los hogares y que se suministra de manera directa al organismo, el consumo de este grano podría traer consecuencias graves en la salud de las personas. Un estudio que fue publicado en diciembre del 2009 en el International Journal of Biological Sciences por los investigadores franceses Gilles y Séralini,  demostró   que tres variedades de maíz modificado genéticamente por la transnacional Monsanto pueden ocasionar problemas a la salud, sobre todo daños en los riñones y el hígado. Una de esas variedades es la NK603, la cual fue autorizada por la SAGARPA para cultivarse experimentalmente en Chihuahua, Tamaulipas y Sinaloa. Actualmente, agricultores de esos estados llegan a las diferentes centrales de abasto del país a comercializar el producto.

La investigación demostró la toxicidad de dichos granos, tal como lo diera a conocer en ese mismo año el Comité Independiente para la Investigación e información sobre Ingeniería Genética (Criigen) con sede en Caen, Francia. Por lo tanto dejaron al descubierto que esos organismos genéticamente modificados (OGM) no son suficientemente sanos para comercializarse.

Frente a ese escenario existen países  como  Francia, Luxemburgo, Grecia, Hungría, Polonia y Alemania, que se han opuesto a la introducción de maíz transgénico en su variedad Mon 810, un maíz Bt de la empresa  Monsanto que es resistente a los insectos.

Ante la falta de mas investigaciones sobre los riesgos que representan para la salud el uso de transgénicos, en nuestro país desde el 2009 el gobierno federal dio autorización al uso experimental de maíz transgénico. A pesar de que en la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados a la letra dice en su artículo 67: “No se permitirá la experimentación ni la liberación al ambiente de maíz genéticamente modificado que contenga características que impidan o limiten su uso o consumo humano o animal, o bien su uso en procesamiento de alimentos para consumo humano”,  los permisos fueron otorgados a las compañías proveedoras de las semillas.

La falta de información en los consumidores dejó a un pueblo en medio de una vulnerabilidad ante nuevas enfermedades, cuyos resultados de sus consecuencias podrían notarse en un lapso de entre 10 y 20 años tal como lo señalan los expertos. A esto se le suma la falta de un marco jurídico adecuado para reglamentar esta clase de actividad, sobre todo porque en la Ley General de Salud, no existe un artículo que obligue a los gobiernos en los Estados donde se está experimentando el cultivo de transgénicos, a tomar medidas precautorias o de investigación, ni la sanción a estas compañías o entes comerciales de transgénicos ante el surgimiento del brote de alguna enfermedad en las personas que consuman sus productos.

Las leyes hasta ahora se encuentran limitadas y carecen de una buena defensa para la sociedad, que quizás sea la más afectada frente a los posibles daños, pues se desconoce si existe un estricto control tal como lo establece la norma oficial mexicana NOM-056-FITO-1995.

La falta de una política agropecuaria que planee los cultivos que se necesitan en el país para evitar las fuertes importaciones, así como para propiciar los cultivos criollos como el maíz, ha traído como consecuencia que empresas como Monsanto y Dupont aprovechen la oportunidad y nos vendan una versión modificada de este cultivo que por muchos años ha significado la subsistencia en el autoconsumo de miles de familias.

Si nos convertimos en una sociedad pasiva, carente de una ideología que defienda los intereses de la naturaleza en nuestra nación, lo único que podemos esperar es que nos volvamos dependientes o esclavos de los países que poseen las patentes de dichas semillas,  de lo que en un momento fue parte de nuestros orígenes, de nuestra identidad y de un cultivo de autoconsumo que nos mantuvo como civilización durante muchos años.






lunes, 17 de septiembre de 2012

PRIMEROS ENSAYOS

PRIMEROS ENSAYOS


Una de las líneas de trabajo de la maestría es la búsqueda de un estilo propio al escribir artículos de divulgación e investigación. La elaboración de ensayos a lo largo de la formación del periodista ambiental es una tarea enfocada a este respecto y debe ser seguida por el análisis crítico de los propios estudiantes y el apoyo de los profesores.


Los siguientes, son los primeros ensayos escritos por los estudiantes de la Maestría en Periodismo Ambiental, representan la inmersión a un campo relativamente "nuevo" para ellos, obviamente son perfectibles pero son una herramienta imprescindible para pulir su formación como profesionales con un alto nivel académico.

Finalmente, les pedimos un poco de paciencia ya que iremos subiendo los trabajos poco a poco, conforme la revisión nos lo permita; esperamos que pueda notarse el avance en el proceso de aprendizaje de cada uno de ellos.

Pinturas de Joan Miró

La riqueza natural, la difusión y sus vasos “biocomunicantes”

La riqueza natural, la difusión y sus vasos “biocomunicantes”

Isela Pacheco

Desde la mirada de la comunicación, las rutas para lograr la protección y el uso racional de los recursos naturales en un estado como Veracruz, puede abordarse desde varios aspectos, entre ellos: el conocimiento de la biodiversidad y el carácter único de la vida endémica de nuestro territorio, como un primer paso en la lógica del reconocimiento, el aprecio y la final protección de las especies.

Sin embargo existen rutas, no solo alternas sino complementarias a esta primeramente citada, opciones que no aluden al aprecio y el respeto del medio como premisa inicial, sino a una conveniencia humana de no extinguir las especies, fundamentalmente por sus propiedades curativas o terapéuticas, ya que son virtuales reservorios de curas no descubiertas para enfermedades cruentas en el presente o insospechadas en lo futuro.

Además de estas dos estrategias, una basada en la reflexión y la conciencia y otra mayormente orientada hacia la conveniencia humana, siempre queda el frágil pero no menos importante recurso de la contemplación de la belleza del escenario natural, así como su referente etológico para entender y aprender de las especies a nivel sociológico, político, evolutivo y hasta tecnológico.

De esta manera, pareciera que el comunicador ambiental necesita agotar todas las herramientas y que en una suerte pedagógica, que contempla diversas inteligencias, se esfuerza por llegar con su mensaje a través de distintos canales para mover, conmover, hacer conciencia y generar actos útiles y sustentables de defensa del medio.

Definitivamente la ciencia didáctica y el estudio de las diferentes inteligencias (Vigotski: “Luces en el entendimiento de los entendimientos humanos”) demuestran que más allá de los nobles esfuerzos narrativos, los planteamientos lógicos y el uso de los diferentes recursos audiovisuales, el 70 por ciento de las personas aprende de manera kinestésica: a través de experiencias que involucran lo sensorial, lo vivencial y lo emotivo, dato que de entrada podría resultar desalentador para los que buscamos, con números, imágenes y palabras, llamar a la conciencia de un cambio y de un respeto al medio ambiente…

Sin embargo, el conocimiento de los hechos a partir de la experiencia necesita una cultura, un margen argumentativo y un conjunto de cifras para no ser solamente un ejercicio de ensayo y error, y el pensamiento se vuelve, a partir de este contexto, creativo, científico y crítico. Es aquí donde nuestra labor como comunicadores se torna muy relevante, pues en nuestras manos está la estratégica selección de la información, el esfuerzo por ir más allá de la difusión, la divulgación interesante, entretenida, emocionante y sobre todo inteligente para que resalte dentro de una oferta mediática y editorial que termina muchas veces siendo apabullante para los artículos ambientales.

En este sentido es fundamental el conocimiento de las cifras, de los datos de los endemismos y de los índices de destrucción o recuperación de los diferentes hábitats. Sería muy importante elaborar un test general que establezca índices sobre el conocimiento que los ciudadanos poseen de la realidad ambiental del mundo, de México y de Veracruz y la forma en que logran integrar esta información por regiones, ya que la aparición disgregada de la misma produce panoramas fragmentados e inconexos.

Con un estado que ocupa a nivel nacional el primer lugar en anfibios y reptiles, el segundo lugar en mamíferos y que posee más de 8 mil especies de plantas vasculares, habría que llegar a una proporcional responsabilidad ciudadana y más allá, humana, hacia esta cantidad y calidad de recursos.

En otro tema, pero íntimamente ligado a lo anterior, sería muy interesante medir el índice de conocimiento general y especializado que la población de nuestro estado tiene de los conceptos de la sustentabilidad y su aplicación no solo como una política ambiental.

Es inobjetable que aquello que no se evalúa no se puede corregir, ni mejorar y mientras los diagnósticos, las retrospectivas y las prospectivas ambientales sigan perteneciendo a la élite científica y al círculo especializado cualquier cambio se dará más en la intelectualidad, en la promesa electoral, en la nostalgia y la bohemia rebeldía, que en el andamiaje de las políticas públicas, mismas que si no cuentan con una base ciudadana que no solo las siga, sino que las entienda, no podrán caminar.

Tal vez tengamos que reconsiderar o hacer una pequeña pausa en nuestros aires discursivos y de propuesta para dar paso a una gran jornada de alfabetización ambiental, misma que nunca termina, pero que nos permita aprender, comenzando por nosotros mismos, a conocer las primeras letras, los números, las oraciones y las fórmulas más simples de la química de la sustentabilidad.

Puede ser que entonces cerremos el círculo entre el rigor de la ciencia y la sapiencia de la sensibilidad rural. El trabajo de comunicar, seguramente no solo se basará en sembrar esperanzas o sanas inquietudes; el ejercicio de divulgar  deberá tener, al igual que el concepto de biodiversidad, las siguientes propiedades:

a) Vitalidad: para elegir diferentes medios y formatos, así como estrategias interesantes de reproducirse por su frescura, precisión y originalidad.

b) Resistencia a enfermedades: habrá que protegerse de las fórmulas hechas que nos aíslen de un proceso creativo diverso y constante, proceso de intercambio y apertura que nos librará como comunicadores de los lugares comunes, la unilateralidad, los radicalismos y las necedades.

c) Habilidad para adaptarse a condiciones cambiantes: la permanente habilidad para retroalimentarnos y elegir estrategias evolutivas también en nuestro trabajo, formas simples que imiten a las naturales, ideas sencillas con tramas resistentes como telaraña, donde el lector quede cautivo y no pueda escapar de una red de argumentos matemáticamente tejidos.

Números que hay que manejar y que resultaría estéril aprenderse por su variabilidad, pero índices que habrá que tener presentes para respaldar cada comentario. Privilegio y responsabilidad intrínseca de pertenecer a uno de los 5 países junto con Brasil, Colombia, Zaire y Madagascar donde se concentra la mitad de la biodiversidad mundial.

En fin, creo que el trabajo de difusión y divulgación acerca de la biodiversidad mucho tiene que enseñarnos respecto al propio trabajo de comunicar, ya que como premisa fundamental, la diversidad de opiniones más allá de ser un acto de tolerancia y/o apertura es un hecho que conviene y salvaguarda la salud  intelectual, además de cobijar la existencia de respuestas incluso para problemas que aún no nos planteamos.