LA BIODIVERSIDAD DE MÉXICO ES TAMBIÉN LA ROCA, LA NIEVE Y LA ARENA
Joaquín Becerra Zavaleta
El término biodiversidad se emplea en México desde hace décadas y con inusitada frecuencia en el ámbito científico, político, académico y hasta el religioso. La biodiversidad se consagró como término internacionalmente conocido a finales de los ochenta en un Congreso del mismo nombre dirigido por el biólogo Edward O. Wilson. Basta examinar los medios masivos de comunicación nacional, así como la publicación de numerosos artículos científicos, para darse cuenta que, desde finales de los años ochenta, los mexicanos de todas las edades estamos inmersos en un escenario de gran preocupación por la conservación de la biodiversidad de nuestro territorio. Podríamos decir que se ha convertido en un paradigma de lo que tenemos y estamos perdiendo: nuestro patrimonio natural.
¿Sabía usted que México es el cuarto país con la mayor biodiversidad del mundo? Desde hace décadas se ha considerado así. Varios especialistas concuerdan que nuestro territorio alberga más del 12 por ciento de todas las especies conocidas en el mundo. Particularmente en nuestro país, se han descrito más de 25,000 especies de plantas y en sus bosques de clima templado y tropical está representada el 61% de la riqueza florística del mundo, en especial los bosques de coníferas y de encinos representan el 24% de esta riqueza florística. Bajo este contexto se considera que contamos con la más alta diversidad de especies de pinos (Pinus sp.) y encinos (Quercus sp.) del mundo, con la presencia de alrededor de 150 especies de encinos y cuando menos 60 de pinos. También poseemos la mayor cantidad de especies de cactáceas y ocupamos el primer lugar reptiles (717), el segundo en mamíferos (500), el cuarto en anfibios (295), el décimo primeo en aves (1,150). Algunas de estas tantas especies son endémicas del país, es decir, que no se registran en ninguna otra nación del mundo. Sin duda una riqueza biológica inigualable.
Pero a toda esta riqueza habría que agregar los diversos tipos de climas, suelos, sustratos, relieves o topoformas, que han hecho posible el desarrollo evolutivo de tantas plantas y animales. La biodiversidad, en su contexto más amplio (sensu lato), tiene que ver con todos los recursos existentes, sean éstos bióticos o abióticos. Al respecto es posible hallar, en nuestro país, toda una gama de coloraciones y clases de rocas, arenas, limos y arcillas, conformando la máquina generadora de vida, el suelo. Muchos de estos agregados de origen mineral llegan a constituir sorprendentes extensiones unicolores, como las blancas playas del Carmen, Campeche, sobre el Caribe Mexicano, en donde podemos apreciar desde la vegetación selvática hasta los impenetrables bosques subacuáticos de mangle, considerados “los riñones del mundo". O bien las arenas y topoformas del Desierto de Sonora, en donde crecen abundantes y majestuosos cactus saguaros, que ya se han hecho famosos en las caricaturas y películas de vaqueros. Su tamaño varía desde lo que mide un pulgar hasta los 15 metros de alto y pueden vivir hasta 200 años. Y ¿qué decir de las montañas prioritarias de México, en donde la presencia de glaciares –hielos perpetuos- atribuyen un toque fisonómico y estructural muy especial a la biodiversidad? Como caso sobresaliente está el Volcán Pico de Orizaba (Náhuatl: Citlaltépetl, Monte o cerro de la Estrella), la montaña más alta de México (5610 msnm) y considerado como una importante fabrica de agua para la nación. Durante los últimos años, científicos de la NASA han tomado muestras de semillas de Pinus hartwegii (Pino de altura) con la finalidad de iniciar ensayos de colonización o propiamente “terraficación” en nuestro vecino planeta Marte. Esto se debe a que la superficie, es decir suelo-roca-nieve, del Pico de Orizaba es muy similar a las condiciones edafoclimáticas del planeta rojo. Algo interesante ¿verdad?.
Todos estos componentes abióticos, tales como la roca, la nieve y la arena, han formado parte del desarrollo evolutivo de las diversas especies, tal y como las conocemos hoy en día. Sin embargo, como ocurre en otras partes del mundo, cada año desaparecen y pasan a formar parte del “libro negro”, cientos de ríos, suelos fértiles, cerros paisajísticos, hielos perpetuos, dunas costeras, especies vegetales y animales. Con ello también se desvanecen nuevas posibilidades para productos industriales, medicinales y alimenticios. Esta riqueza y biodiversidad se está perdiendo debido a la explotación excesiva y saqueo ilegal de recursos que demanda el acelerado crecimiento de asentamientos humanos y como parte del llamado “desarrollo socioeconómico del país”. Tampoco hay que olvidar que el actual e irreversible cambio climático se perfila como la “cereza del pastel” sobre este grave deterioro ecológico que está teniendo lugar por doquier.
Esta incontrolada pérdida de nuestros recursos, así como el deterioro y fragmentación de los ecosistemas, auguran uno de los mayores peligros para el futuro de la humanidad, no solamente para nuestro país. El escenario indica que, cada vez más, habrá mayor escasez de agua, pérdida de suelos agrícolas, insuficiencia de combustibles petrolíferos y energías alternativas, así como agotamiento de materiales mineros. Se seguirán acrecentando los monocultivos y se generará mayor codependencia hacia muy pocas especies y variedades para producir nuestros alimentos y compuestos industriales necesarios. Sobre todo, crecerá la vulnerabilidad ante diversas plagas y enfermedades. También se intensificará una compleja e imperceptible contaminación genética, misma que ya está teniendo lugar en este momento.
Despilfarrar toda esta riqueza considerada “el capital natural del país”, nos hace más vulnerables ante el cambio climático y también pone en peligro nuestra existencia como especie. Pensemos en lo que significaría para nosotros y para nuestros descendientes la pérdida de la biodiversidad de plantas y animales en toda la gastronomía mexicana, en la salud de millones de niños, en la educación y hasta en la mismísima moda. Por otra parte ¿Cómo sería nuestra vida si ya no hubiera combustibles fósiles (petrolíferos), energías alternativas, materiales de construcción y para la fabricación? Todos deberíamos preguntarnos: ¿Qué va a pasar cuando se acabe el último árbol del bosque o de la selva, cuando se agote el reservorio de agua procedente de nuestros mantos acuíferos y cuando los animales que viven en libertad desaparezcan? ¿Con qué iremos a edificar nuestra casa cuando se hayan agotado los yacimientos de piedra, arena, cemento, cal y hasta de fierro? Analicemos también ¿Qué están haciendo las autoridades al respecto? ¿Cómo podemos los ciudadanos civiles participar para mitigar y recuperar esta avanzada pérdida de recursos que está teniendo lugar en nuestra entidad? Más importante aún… ¿Qué estoy haciendo yo, realmente, al respecto?
Como se dará cuenta, hay muchas cosas por las cuales preocuparse y principalmente ocuparse. Baste por ahora echar sólo un vistazo a nuestro entorno más cercano, a la comunidad o colonia donde actualmente vivimos, al pueblo o ciudad que nos vio nacer. Éste todavía alberga algunos, quizás ya muy pocos, ríos, manantiales, cerros, minas, así como especies de plantas y animales que ya no son tan fáciles observar. Trate de hacer un inventario de todos estos recursos y vea la posibilidad de rescatar, proteger y hasta reproducir algunas especies, ya sea en cautiverio o en vida libre.
Para el caso sobre los afluentes de agua y yacimientos de minerales, aunque sean solamente de piedras, arena y grava, trate de proyectarlos en un mapa geográfico actual. Ubique los principales cerros y montañas, incluyendo los nombres por los que son o fueron conocidos. Una vez hecho esto, busque información bibliográfica y acuda al archivo histórico para tener mayores antecedentes. Con frecuencia, las personas oriundas de mayor edad tienen importantes datos al respecto, no los minimice. Posteriormente trate de elaborar algunas propuestas técnicas viables para protección y conservación de estos sitios y sus recursos.
Con respecto a los animales procure establecer bebederos y comederos funcionales cerca de sus nidos o madrigueras. Esto incluye, desde luego, proporcionar el mantenimiento constante a los mismos, así como disponer de los alimentos adecuados. Será entonces necesario investigar los aspectos fundamentales sobre el desarrollo y nutrición de las especies. Hágalo basándose en alguna literatura científica regional o nacional. Tampoco olvide la observancia de las Normas Oficiales Mexicanas y de las leyes en materia ambiental y de protección de la vida silvestre, que están vigentes. En muchos casos habrá que solicitar los permisos correspondientes a las autoridades competentes. Pero no se desanime, su esfuerzo vale la pena.
Por otra parte, el entorno donde usted vive no debe seguir convirtiéndose en una selva llena de concreto o de asfalto sin sentido ecológico, producto dizque del “desarrollo socioeconómico del país”. Con algo de creatividad e imaginación podrá plantar, en su patio o jardín, algunas especies vegetales nativas, endémicas o regionales, que atraigan a la fauna desaparecida, principalmente aves y ciertos mamíferos. El establecimiento de nuevas áreas verdes urbanas, así como de linderos o barreras rompe vientos, con las especies apropiadas, constituye otra alternativa para la reintegración de nuestra biodiversidad hacia contexto social. En cuanto le sea posible recolecte semillas de los mejores individuos, de los llamados “árboles madre”, y trate de donarlas a las instituciones o dependencias que cuentan con viveros y que participan en los programas de rescate y conservación de los recursos genéticos del país.
Finalmente, desde un punto de vista más conservacionista, hay que evitar consumir determinados productos que están íntimamente ligados al saqueo ilegal y destructivo de los recursos naturales del país, tales como ciertos minerales, plantas de ornato, maderas exóticas y hasta pieles de animales. Como se ha dado cuenta, la biodiversidad de México, amén de todos sus recursos existentes, está en grave peligro, pero las posibilidades de rescate y protección son aún muchas. Podemos orientarle con algunas recomendaciones muy prácticas y sencillas. Puede escribirnos a joaquinbecerra16@gmail.com y con gusto le ayudaremos.